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Correo conversó con Víctor Orlando Pinto Ruiz, más conocido en la región como Viti Ruiz, hermano menor del inolvidable cantante puertorriqueño Frankie Ruiz.
Correo: Hola, Viti, ¿cómo le va en Nueva York?
Viti Ruiz: Bien, gracias por darme la oportunidad de informar a los peruanos que pronto iré para cantar con corazón y mucho sentimiento. Interpretaré temas propios y de mi hermano. Estoy para complacerlos y derrochar salsa.
C: ¿Se encuentra grabando un nuevo álbum?
VR: Sí, en pocos días entro a un estudio para grabar otro disco. Ya estoy escogiendo los temas; imagino que para setiembre debe estar en Perú. Seguiré cantándole a la mujer porque es la química perfecta, aquello que me permite llegar al pueblo.
C: ¿Y cómo se encuentra de salud?
VR: Estoy en mi mejor momento. Tuve un pasado borrascoso, pero gracias a Dios me convertí en un sobreviviente de las garras del vicio y las drogas. Llevo cinco años sin recaídas; yo sí creo que se puede cambiar.
C: ¿Se siente arrepentido por esa época tan oscura?
VR: Sí, pero es parte de mi experiencia. Los golpes también enseñan, son cosas que ya no volverán. Lamento el retraso que me causó a nivel musical, perjudicar una nueva producción que iba a ser lanzada al mercado. Pero Papá Dios siempre nos da una oportunidad y esta vez la aprovecharé de manera correcta.
C: ¿Desde cuándo estuvo inmerso en esa pesadilla y qué lo motivó a superar la situación?
VR: Cuando empecé en la música como solista, allá por el 89. No sabía qué hacer, me llegaba mucho dinero a las manos y no tenía orientación. Los que estaban a mi alrededor vivían más pendientes de las ganancias y no velaban por mi salud. Casi pierdo a mi esposa e hijas; ellas me motivaron a cambiar. Estuve casi un año alejado de mi hogar, fue un dolor bárbaro. Dios me demostró que existe la palabra perdón y me enseñó a valorar a mi familia.
C: Sus hijas lo ayudaron a superar el problema...
VR: Efectivamente. Tengo dos hijas, ya grandes. Una está casada y la otra está en la universidad. La mayor no es mi hija biológica, pero la he criado y por eso la amo igual. Me dieron una oportunidad para cambiar, su comprensión fue fundamental. Ellas son mi norte, nunca me cerraron las puertas. Mi cambio va en serio, no pienso recaer nunca más.
C: ¿Cuánto discos ha producido hasta la fecha?
VR: Lamentablemente, solo tengo cuatro. Pero he colaborado bastante como artista invitado con otros salseros. Yo entro a grabar en mayo y espero que les guste mi nuevo álbum.
C: El próximo año se cumplen 15 años de la muerte de Frankie Ruiz. ¿Está preparando algún tributo?
VR: En esta producción no. Sé que he prometido un homenaje, pero ahora estoy concentrado en mi carrera, en mi estilo, en mi forma propia de improvisar. No quiero cantar solamente los temas de mi hermano. Yo lo hago porque el pueblo me lo pide y eso me da mucha alegría. Los fans en Perú lloran a Frankie y ese cariño me emociona. Quizás cuando se cumplan los 15 años edite un compilado con sus éxitos.
C: ¿En algún momento le incomodó que la gente pida las canciones de su hermano más que las suyas?
VR: No, gracias a él conseguí mayor vigencia, pero aclaro que soy el intérprete de Caricias prohibidas y Magia rosa. Sería falso si te digo que no me incomodaba al principio, pero es más fuerte mi respeto hacia él. Canto sus temas con orgullo, pero estoy más abocado a lo mío.
C: ¿Qué reflexión le dejan sus 45 años de vida?
VR: Muchas lecciones. Dejé el egoísmo y esa idea de creerme superior. Los resentimientos también quedaron de lado y trato de hacer lo correcto. La salsa tiene un auge nuevo con los jóvenes y apoyo la idea de unirnos. Ahora me siento un buen compañero de mis colegas, ya no existe la rivalidad absurda.
C: ¿Hace cuánto tiempo que no viene al Perú?
VR: Ya me hacía falta ver de nuevo los ojos de una mujer peruana. Hay mucha religiosidad y hospitalidad en tu país, uno se siente como en casa.