Las drogas son algo tan fuerte que lo último que están descubriendo los patólogos forenses en momias de civilizaciones antiguas de India y China, es que usaban canabis, hachís y hasta cocaína, aquí, en América.
Todos sabemos que el “arqueólogo de la mente” y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, probó con cocaína en sus experimentos y usaba morfina para los dolores del cáncer que le destruyó la mandíbula y lo llevó a la muerte. Es de tontos impedir que las drogas se usen para fines médicos, sobre todo, si curan o calman el dolor en enfermos cancerosos o terminales. Pero de ahí a pretender “legalizar” las famosas ‘drogas suaves’ como la marihuana y venirle a los dominicanos con el cuento de que en Holanda se usa como antidepresivo, es una perversidad, una pura vesania, que por ahora los que creemos en la familia, lucharemos con todas las fuerzas contra ese mito ‘facistoide’.
Holanda (Países Bajos) tiene el puerto más grande de Europa, el de Ámsterdam, y es un país del Primer Mundo donde nadie pasa hambre y con un sistema sanitario superior al de Estados Unidos, y en apenas 10 millones de kilómetros cuadrados (de los 41 mil que tiene) produce casi toda la leche que se vende en los países pobres.
Así es que los neerlandeses se puedan dar el lujo de permitirles a sus ciudadanos “darse” su toque de marihuana (dizque droga blanda) y hasta despenalizar y tratar como “enfermos” a los que andan con una dosis de cocaína, hachís y hasta heroína. Pero, ¿cuál es el nivel de vida de los dominicanos para permitir que aquí se legalice cualquier tipo de droga? ¿Podrán vivir los padres con ese vaho a hierba que expele la marihuana? ¿Les vamos a permitir a hijos y nietos y hasta a mayores y ancianos, que adquieran su “perico” de cocaína? ¿Acaso no lo mezclarán con bicarbonato de sodio, para producir piedras de crack, que aloca más que el ron?
Yo no sé los sociólogos, pero trabajadores sociales, psicólogos y psiquiatras, afirman en programas de TV y radio o escriben en los periódicos que “las drogas blandas” conducen a las “fuertes”, y quien cayó en las garras de las “fuertes”, entró a la Guerra de Troya sin desearlo, y ésas son las causantes del aumento de la violenta social (más que el hambre), criminal e intrafamiliar, pues todo casa en que hay un ‘tecato’, es destruida, o la familia se convierte en “disfuncional”, porque el adicto no sólo vende todo y roba todo, sino que destruye la unidad familiar.
Drogas fuertes
Quienes quieran saber qué son las “drogas fuertes” (cocaína, heroína, éxtasis y metanfetaminas, la más peligrosa, etc.), sólo tienen que preguntarle a los músicos dominicanos que son puros zombis como el pobre Zafiro, Alex Bueno, o a los salseros Franky Ruiz y al más grande: “El cantante de los cantantes”, Héctor Lavoe, que murió solo y abandonado en una silla de ruedas en un apartamento apestoso de Nueva York, con el Sida, no cogido por promiscuidad sexual, sino por uso jeringas infectadas de “manteca” (heroína).
Y los cito a ellos porque son casos penosos y conocidos por todos. Pero en la semana pasada salió el dato que los narcos mueven en México 25 mil millones de dólares al año, y sólo en el 2008, entre ellos y policías, produjeron 6 mil muertos, incluidos 12 jefes de Policía, uno de los cuales fue muerto el mismo día que se juramentó. Hillary Clinton, la secretaria de Estado de EEUU, acaba de reconocer en México que su país es culpable de la descomposición social del vecino y otros países del área, porque es el mayor mercado de consumidores de alucinógenos. E
n México “lindo y querido” hay 3 mil laboratorios clandestinos de metanfetaminas, una droga inventada a comienzo del siglo pasado (el XX) por Japón, que es tan adictiva, que quien escribe sólo conoce una caso de una que se rehabilitó, y todavía a los 9 años, asegura que cada rato le asalta la tentación de volver a “pasar” la sensación del primer efecto.
¡Nadie se sale de esa ratonera! De modo, pues, que aquí no se puede inventar con eso, y hay que ser enérgicos con los criminales que siquiera sugieran que un país tan pobre podría soportar legalización de las “drogas suaves”.
Es más: los bebedores de ron, si prueban marihuana, cocaína o crack, se cambian, porque comienzan “ligándolos”, pero al final las drogas no alcohólicas se imponen. Eso está escrito en todos los textos que están dispersos en librerías y en miles de lugares del Internet. Si ahora estamos mal y hay violencia, legalizar las drogas sería el primer paso para que pasemos al Armagedón bíblico. Es más: los programas y periódicos dirigidos por quienes aman a su familia, no deberían darle cabida a esta discusión, que cuando usted tiene un adicto en su casa nadie va a hablarle de “libertad de expresión”, y mucho menos a ayudarle a bregar con su loco (o locos endrogados), sino que usted y su familia son la comidilla de los chismosos de oficio y de los sin oficio del barrio. ¡Vade retro, las drogas!
“Timbiriche”
Frank Henríquez, el tamayero de 65 que dizque cura el cáncer con ‘brebaje secreto’, según el reportaje de “El Nacional” (24-3-09), se llama “Timbiriche”, y su padre fue Raúl, el inglés, un hombre muy serio, caritativo y de poco hablar, oriundo de una islita del Caribe de la Mancomunidad Británica.
Tenía dos hermanos que no veo desde que era un “carajito”. Mujeriego, tiene 16 hijos, además las mujeres, comparadas el tamaño de él (5 pies), eran verdaderas hembras. Fue un mecánico dental sanguinario, pues me hizo “ayudante” sin paga y de un foetazo les sacaba hasta diez piezas a los haitianos de los bateyes de Tamayo para colocarle una “caja de dientes”.
Todos sabemos que el “arqueólogo de la mente” y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, probó con cocaína en sus experimentos y usaba morfina para los dolores del cáncer que le destruyó la mandíbula y lo llevó a la muerte. Es de tontos impedir que las drogas se usen para fines médicos, sobre todo, si curan o calman el dolor en enfermos cancerosos o terminales. Pero de ahí a pretender “legalizar” las famosas ‘drogas suaves’ como la marihuana y venirle a los dominicanos con el cuento de que en Holanda se usa como antidepresivo, es una perversidad, una pura vesania, que por ahora los que creemos en la familia, lucharemos con todas las fuerzas contra ese mito ‘facistoide’.
Holanda (Países Bajos) tiene el puerto más grande de Europa, el de Ámsterdam, y es un país del Primer Mundo donde nadie pasa hambre y con un sistema sanitario superior al de Estados Unidos, y en apenas 10 millones de kilómetros cuadrados (de los 41 mil que tiene) produce casi toda la leche que se vende en los países pobres.
Así es que los neerlandeses se puedan dar el lujo de permitirles a sus ciudadanos “darse” su toque de marihuana (dizque droga blanda) y hasta despenalizar y tratar como “enfermos” a los que andan con una dosis de cocaína, hachís y hasta heroína. Pero, ¿cuál es el nivel de vida de los dominicanos para permitir que aquí se legalice cualquier tipo de droga? ¿Podrán vivir los padres con ese vaho a hierba que expele la marihuana? ¿Les vamos a permitir a hijos y nietos y hasta a mayores y ancianos, que adquieran su “perico” de cocaína? ¿Acaso no lo mezclarán con bicarbonato de sodio, para producir piedras de crack, que aloca más que el ron?
Yo no sé los sociólogos, pero trabajadores sociales, psicólogos y psiquiatras, afirman en programas de TV y radio o escriben en los periódicos que “las drogas blandas” conducen a las “fuertes”, y quien cayó en las garras de las “fuertes”, entró a la Guerra de Troya sin desearlo, y ésas son las causantes del aumento de la violenta social (más que el hambre), criminal e intrafamiliar, pues todo casa en que hay un ‘tecato’, es destruida, o la familia se convierte en “disfuncional”, porque el adicto no sólo vende todo y roba todo, sino que destruye la unidad familiar.
Drogas fuertes
Quienes quieran saber qué son las “drogas fuertes” (cocaína, heroína, éxtasis y metanfetaminas, la más peligrosa, etc.), sólo tienen que preguntarle a los músicos dominicanos que son puros zombis como el pobre Zafiro, Alex Bueno, o a los salseros Franky Ruiz y al más grande: “El cantante de los cantantes”, Héctor Lavoe, que murió solo y abandonado en una silla de ruedas en un apartamento apestoso de Nueva York, con el Sida, no cogido por promiscuidad sexual, sino por uso jeringas infectadas de “manteca” (heroína).
Y los cito a ellos porque son casos penosos y conocidos por todos. Pero en la semana pasada salió el dato que los narcos mueven en México 25 mil millones de dólares al año, y sólo en el 2008, entre ellos y policías, produjeron 6 mil muertos, incluidos 12 jefes de Policía, uno de los cuales fue muerto el mismo día que se juramentó. Hillary Clinton, la secretaria de Estado de EEUU, acaba de reconocer en México que su país es culpable de la descomposición social del vecino y otros países del área, porque es el mayor mercado de consumidores de alucinógenos. E
n México “lindo y querido” hay 3 mil laboratorios clandestinos de metanfetaminas, una droga inventada a comienzo del siglo pasado (el XX) por Japón, que es tan adictiva, que quien escribe sólo conoce una caso de una que se rehabilitó, y todavía a los 9 años, asegura que cada rato le asalta la tentación de volver a “pasar” la sensación del primer efecto.
¡Nadie se sale de esa ratonera! De modo, pues, que aquí no se puede inventar con eso, y hay que ser enérgicos con los criminales que siquiera sugieran que un país tan pobre podría soportar legalización de las “drogas suaves”.
Es más: los bebedores de ron, si prueban marihuana, cocaína o crack, se cambian, porque comienzan “ligándolos”, pero al final las drogas no alcohólicas se imponen. Eso está escrito en todos los textos que están dispersos en librerías y en miles de lugares del Internet. Si ahora estamos mal y hay violencia, legalizar las drogas sería el primer paso para que pasemos al Armagedón bíblico. Es más: los programas y periódicos dirigidos por quienes aman a su familia, no deberían darle cabida a esta discusión, que cuando usted tiene un adicto en su casa nadie va a hablarle de “libertad de expresión”, y mucho menos a ayudarle a bregar con su loco (o locos endrogados), sino que usted y su familia son la comidilla de los chismosos de oficio y de los sin oficio del barrio. ¡Vade retro, las drogas!
“Timbiriche”
Frank Henríquez, el tamayero de 65 que dizque cura el cáncer con ‘brebaje secreto’, según el reportaje de “El Nacional” (24-3-09), se llama “Timbiriche”, y su padre fue Raúl, el inglés, un hombre muy serio, caritativo y de poco hablar, oriundo de una islita del Caribe de la Mancomunidad Británica.
Tenía dos hermanos que no veo desde que era un “carajito”. Mujeriego, tiene 16 hijos, además las mujeres, comparadas el tamaño de él (5 pies), eran verdaderas hembras. Fue un mecánico dental sanguinario, pues me hizo “ayudante” sin paga y de un foetazo les sacaba hasta diez piezas a los haitianos de los bateyes de Tamayo para colocarle una “caja de dientes”.
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